Veamos ahora las ceremonias usadas en el acto de iniciar en
la secta a los miembros de la misma. El candidato, antes de la iniciación era
sometido a numerosas purificaciones con fuego, agua y miel: la serie de
probaciones por las que pasaba era verdaderamente larga y terminaba con un
ayuno de cincuenta días seguidos. Estas pruebas las sorteaba el candidato en cuevas subterráneas en las que estaba
condenado a perpetuo silencio y a una completa soledad. El iniciado podía subir
un rango y después sería sometido más
actos probatorios de su valía.
Eran introducidos los candidatos en la cueva de los iniciados,
en donde era armado con un arnés o coraza por su guía, el cual era una re
presentación de Simorgh, monstruo grifo e importante actor de las manipulaciones de la mitología persa, y provisto de talismanes
para hacer frente a todos los encuentros con los horrorosos monstruos y malos espíritus que quisieran ponerse en su
paso. Introducido en una estancia era
purificado con fuego y agua y pasado por los siete grados de iniciación.
Lo primero que a sus ojos se ofrecía era una profunda y espantosa caverna , abovedada, al pe de la
cual se abría un enorme precipicio donde había de caer al menor paso que diera
en falso, hundiéndose en el “ abismo de la espantosa indigencia”: luego
avanzando entre los laberintos de la sombría
caverna percibía el fuego sagrado, cuyas llamas se avivaban a inérvalos
alumbrando mortecinamente su camino; al propio tiempo oía el distante
alarido de bestias feroces hambrientas,
el rugido del león, el aullido del lobo, y otros alaridos. Su acompañante
guardando un profundo silencio, empujabale hacia el sitio de dónde venían aquellos espantables sonidos, y tiniebla
apenas si con una luz.
Inmediatamente era
agredido por los iniciados, que en forma de leones, tigres, lobos, grifos y
otros monstruos animales se echaban sobre él, difícilmente escapando de
sus garras san y salvo. Pasaba de allí a
otra caverna tenebrosa, en donde atronaba
sus oídos el terrible fragor del trueno y hería sus ojos el continuo vibrar del rayo y el relámpago, a
cuyos siniestros resplandores distinguía los horripilantes visajes de los
espíritus vengadores que celebran con macabra muestra de satisfacción la
llegada del iniciado a sus antros
inhospitalarios.
Agregar leyenda |
Para aliviar de alguna manera el cansancio del neófito,
conduiacele a otro departamento, en donde
su oído era recreado con melodiosos acordes de música y su olfato con el
armo de exquisitos perfumes. Para dar a entender, poco después, su disposición
a practicar las restantes ceremonias.
Hacia su guía una señal y comparecían, como por encanto, tres sacerdotes,
uno de los cuales arrojaba dentro de su pecho una serpiente viva símbolo de regeneración, y abriéndose una
puerta entre oculta entraba por ella una verdadera ola de gritos desaforados,
de aullidos y lamentos que aturdían su
espíritu y le sumían en un nuevo estado de indescriptible terror.
Al volver su espantada vista
hacia el sitio de donde provenían las cacofonías, presentaba se ante sus ojos
una desgarradora de los tormentos que sufren los condenados en el Averno. Se le ayudaba a salir del
laberinto a través de laberintos y espaciosas bóvedas, cada una de las cuales
mostraba por pequeños visillos escenas de peligrosas aventuras, hasta que
llegaba el iniciado al sacellum (capilla)
o Sancta Sanctorum. Que estaba
brillantemente iluminado y cuyas paredes y techos despedían los reflejos del
oro más acerado y las más ricas piedras preciosas. Allí estaba el archimago o
jefe de la secta, sentado en la parte
del oriente, en un trono adornado de oro, coronada su cabeza con una
rica diadema entrelazada de ramas de mirto, vestido con una túnica de un azul
resplandeciente, rodeado de una asamblea de ministros y
dispensadores de los sagrados misterios. Estos recibían al neófito con
grandes agasajos, y después de tomarle los consiguientes juramentos para
guardar secreto sobre los ritos de Zoroastro, se le confiaban las sagradas
palabras, la primera y más importante de las cuales era el TETRACTYS o el nombre de dios. El TETRACTYS era análogo al
TETRAGRAMMATON judaico
o nombre de Dios en cinco letras. El número cuatro era tenido
por el más perfecto; porque en las cuatro propiedades de la naturaleza se
comprende todo lo demás; además, los cuatro primeros números sumados entre si
forman la década, después de la cual
todo es simple repetición.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario