El fanatismo religioso fue incontrastable; las guerras eran más
religiosas que políticas. Los reyes perpetuaban por medio de inscripciones y
relieves los terribles y refinados suplicios
que imponían a los prisioneros. La imaginación más exaltada y
perversa de nuestra época no llegaría a
discurrir los tormentos que se infringían
a los vencidos. El término de toda conquista era siempre una carnicería horrenda,
y lo más notable es que la religión justificaba estos excesos, añadiendo,
añadiendo a ellos la esclavitud de la inteligencia, pues los delitos de herejía
se castigaban brutalmente. Presentaba las leyes más severas e inhumanas, no
llegaron a tener comparación en el mundo antiguo.
El profundo carácter religioso de las guerras Babilónicas se
denostó en Hammurabi, sexto miembro de la sanguinaria estirpe, fue el quien
postulo la existencia de Marduk, el dios de los cincuenta nombres. Cada guerra
de conquista le sirvió para saquear archivos y trasladarlos hasta sus bibliotecas,
acodadas en los lugares más resguardados. La lengua oficial era un dialecto del
antiguo Acadio; la escritura asimilo el estilo cuneiforme. Después durante los
tiempos de unificación, Hammurabi opto por compilar un código temible, basado
en el régimen del tabón. La idea del tabón puede comprenderse se conoce la
regla 196 de este código que dice “Si un
hombre ha sacado el ojo de otro, le sacaran
su ojo”. En este Codex también se encuentra la siguiente normativa “si un hombre adquiere el campo, huerto o
casa de un soldado, pescador o arrendatario, su tablilla se romperá y perderá su
propiedad”
Es notable el respeto por la escritura, y el manejo de
archivos que llevo esta civilización, las leyes estaban almacenadas, junto con
miles de obras literarias, matemáticas, astronómicas, mágicas, e históricas. De
esta época datan las primeras
traducciones interlineales datan
de este periodo así como los primeros manuales para aprender la lengua sumeria.
A lo largo de la historia contemporánea se ha ido
encontrando sitios arqueológicos, donde las bibliotecas de la Mesopotamia,
han mostrado la copia fiel y en varias
lenguas del Poema de Gilgamesh; el
Enuma Elish y Lugal. Nabucodonosor I (1123-1103 a.C) una vez que venció a los
habitantes de Elam, y recobrar la
estatua del dios Marduk y ordeno preservar
el texto sobre este dios, en un poema. Que cuenta con unos 1.100 versos.
Una Edición especial del texto fue realizada y distribuida entre las bibliotecas
Babilónicas en una edición de doce
tablillas, que además incluía un compendio de sabiduría popular, con un
sorprendente colofón que se atribuye al
misterioso Sin-liqi-unninni la redacción del mismo. Este escriba era conocido como
<<masmashhshu>>
o exorcista.
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