3 parte.
En todos los periodos
de la religión asirio-babilónica estuvo en vigor la institución del
sacrificio, según puede deducirse, no solo de las varias inscripciones que de
aquella civilización queda en el mundo. No solo de las varias inscripciones que
de aquella civilización nos quedan, sino también las pinturas murales y otras,
en las que menudean las escenas de
sacrificios a las divinidades. La idea dominante en la concepción religiosa del sacrificio era la de ofrecer un
don o dádiva, aportando al dios alimento o bebida, o recreando sus sentidos con
el olor del incienso y los perfumes; pero muchas veces el sacrificio del animal
era considerado como una sustitución del sacrificio humano, el cual hubiera
tenido que hacerse como para pagar la deuda
de la vida a la divinidad. Naturalmente , todo ello en la práctica se
reducía a un recurso de explotación por
parte del clero, pues de las ofrendas del pueblo crédulo vivía; éstas
consistían , principalmente , en
pancito, vino, miel, manteca, leche, aceite, granos y frutas. Para los
sacrificios entregaba el pueblo bueyes y carneros especialmente, aunque también
admitían los sacerdotes otras clases
de animales, aun los salvajes; la parte más noble del animal se ofrecía
a la divinidad, reservándose el resto para los sacerdotes.
Además de los sacrificios
había los festivales religiosos que eran como las supremas
manifestaciones del culto de Marduk,
dios de la capital, dio fue propio de esta divinidad, viniendo a ser la fiesta
más importante del calendario
babilónico. Este se celebraba en los primeros días del mes llamado Nisan, que coincidía con el
equinoccio de primera; uno de los
principales números del programa
era una colosal procesión en la que se
llevaba triunfalmente la de Marduk, en un carro equipado con profusión de
flores orientales, adornos, tejidos cintas y toda clase de emblemas y ornamentos; el recorrido era desde el
templo Esagila, residencia del dios, hasta el palacio de año nuevo, para
después retornar al templo.
Engrosaba la comitiva los pueblos circundantes, llevando en
andas a sus divinidades titulares. Era creencia general entre el pueblo que
mientras se celebraban estos festivales
los dioses estaban reunidos en solemne conclave bajo la presencia de Marduk, en la estancia o
cámara del destino, para dictaminar
acerca de los sucesos prósperos o adversos del nuevo año. Como
festivales menos importantes puede citarse el de Tammuz, que se celebraba en
verano, en el mes de este nombre, y el de Istar
en el mes subsiguiente.
El pueblo asirio en su afán de crear mitos, volcó su imaginación dislocada
al concebir una sociedad análoga a la humana para los astros; creyó en estrellas
despóticas y esclavas y en estrellas belicosas y pacíficas, a las
cuales atribuyo las mismas cualidades que a los hombres, suponiendo que una
voluntad misteriosa dirigía los
movimientos del mundo sideral.
En este pueblo se hallaban entremezclados el interés científico con la más grosera credulidad; lo cual se evidenciaría en el hecho de que al mismo tiempo y
casi paralelamente nacieran la astrología y la astromancia. Ulteriores descubrimientos llevado a cabo por componentes asiriólogos han
demostrado que Babilonia fue la cuna
de la mayor parte de los
errores que más tarde sustentaron los
astrólogos, que no acertaban a distinguir el conocimiento verdadero de lo que
era superstición. En la actualidad puede
asegurarse que lo típico y original de los babilonios fue la astromancia y no la
astrología propiamente dicha.
Los caldeos tuvieron siempre gran predilección por la
cábala. Esta les llevo a creer que una cifra determina era el símbolo numérico
de cada uno de los dioses. El carácter cabalístico del número siete, que, como
se sabe estuvo muy extendido no solo entre los caldeos sino también entre los
judíos. , fue el origen de la
división de la semana en siete, que aún perdura. En caldea el influjo de los magos fue
considerable; puede decirse que ellos fueron quienes moldearon la mente del
pueblo. La mayor parte de las leyendas arranca de la hipótesis que lanzaron acerca de diversas cuestiones; así, verbigracia,
cuando trataban de columbrar en lo porvenir, atribuían un cierto valor a los movimientos de los
astros y haciendo todo género de
combinaciones, hasta que una de ellas creían que inspiraba
los augurios ; cuando la suerte
no les favorecía, consideraban que los conjuros habían sido la causa de
que las voluntades siderales no hubieran
triunfado.De ahí que los salmos, las penitencias y los exorcismos creciesen en
proporciones tan considerables hasta ser
enormes en número. Este desarrollo extraordinario de la magia y la cábala dio lugar a las primeras manifestaciones de
literatura acadio-caldea.
Fin 3ra parte.
Fin 3ra parte.
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