Quinta parte.
Existe en el mundo verdaderas obras perdurables por su valía para el poseedor de su
conocimiento. Como los versos dedicados a Marduk. A continuación les presento
un fragmento.
“Gilgamesh
habló a Utnapishtim el Lejano: «Te he estado observando, pero tu aspecto no es
extraño, ¡eres como yo! Tú mismo no eres diferente, ¡eres como yo! Tenía la
intención de luchar contra ti, pero (en cambio) mi brazo se posa amistosamente
sobre ti. Dime, ¿cómo asististe a la Asamblea de los dioses y encontraste la
vida (eterna)?» Utnapishtim habló a Gilgamesh, diciendo: "Te revelaré,
Gilgamesh, una 3 cosa oculta, y un secreto de los dioses te diré: Suruppak,
ciudad que tú conoces y que en las riberas del Éufrates está situada, esa
ciudad era muy antigua, y había dioses en ella. Los corazones de los grandes
dioses los impulsaron a suscitar el diluvio.
El padre de todos, Anu, ordenó el
juramento [de no revelar lo que allí se hablara], el valiente Enlil era su
consejero, Ninurta, su asistente, Ennuge, su irrigador. Ea (el sabio príncipe)
también estaba con ellos bajo el juramento [de silencio], así que repitió su
parlamento a la choza de cañas: «¡Choza de cañas, choza de cañas! ¡Pared,
pared! ¡Oh, Hombre de Suruppak, hijo de Ubar-Tutu! ¡Demuele (esta) casa y
construye una nave! Renuncia a tus riquezas y busca la vida. ¡Desdeña tus
pertenencias y salva a los seres vivos! Haz que todos los seres vivos suban al
barco. El barco que has de construir ha de tener las mismas dimensiones: su
longitud debe corresponder con su anchura. Constrúyele un tejado como el
Apsu.».
Entendí y
dije a Ea, mi señor: «He aquí, mi señor, lo que así ordenaste tendré a honra
ejecutar. Pero, ¿qué contestaré a la ciudad, a la gente y a los ancianos?» Ea
habló, diciéndome a mí, su servidor: En tal caso, esto es lo que has de
decirles: «He sabido que Enlil me es hostil, de modo que no puedo residir en
vuestra ciudad, ni poner mi pie en el territorio de Enlil. Por lo tanto, a lo
profundo bajaré, para vivir con mi señor, Ea. Pero sobre vosotros derramará la
abundancia, los pájaros selectos, los más excelentes peces. La tierra se
colmará de riqueza de cosechas. Por la mañana hará que lluevan panes y por la
noche trigo». Al primer resplandor del alba, [la gente de] la región se juntó a
mi alrededor, el carpintero trajo su hacha, el artesano de las cañas trajo su
piedra (de trabajo), [...] el niño llevaba la brea, el débil trajo todas las
otras cosas necesarias. Al quinto día tendí su maderamen exterior. Un acre (entero)
era el espacio de su suelo, diez docenas de codos la altura de cada pared. Diez
docenas de codos cada borde del cuadrado puente. Preparé los contornos (y) lo
ensamblé. Lo proveí de seis puentes, dividiéndolo (así) en siete pisos. Cada
piso lo dividí en nueve compartimentos. Clavé desaguaderos en él. Me procuré
pértigas y acopié suministros. Tres sar de betún eché en el horno. Tres sar de
asfalto también eché en el interior, tres sar de aceite los portadores de
cestas transportaron, Aparte de un sar de aceite que la calafateadura consumió,
y los dos sar de aceite que el barquero estibó. Bueyes maté para la gente y
sacrifiqué ovejas cada día. Mosto, vino rojo, aceite y vino blanco di a los
trabajadores para beber, como si fuera agua del río, para que celebrasen como
en el día del año nuevo.
Abrí... ungüento, aplicándo(lo) a mi mano. Al séptimo
día el barco estuvo completo. La botadura fue ardua. Tuvieron que formar una
pista de rodillos que llevaban de atrás adelante hasta que dos tercios de la
estructura entraron en el agua. Cuanto tenía cargué en él: cuánta plata tenía
cargué en él; cuanto oro tenía cargué en él; cuantos seres vivos tenía cargué
en él. Toda mi familia y parentela hice subir al barco. Las bestias de los
campos, las salvajes criaturas de los campos. Todos los artesanos hice subir a
bordo.
Shamash me
había fijado un tiempo: «¡Por mañana haré que lluevan panes, y por la noche
trigo! ¡Sube [entonces] a bordo y sella la entrada!» Aquel tiempo señalado
llegó: por la mañana, hizo que llovieran panes, y por la noche trigo. Contemplé
la apariencia del tiempo. El tiempo era espantoso de contemplar. Subí al barco
y sellé la entrada. Por haber calafateado el barco, a Puzur-Amurri, el
barquero, cedí la casa con todo su contenido. [En otros textos, Utnapishtim le
entrega al barquero, que cierra la escotilla por fuera, una tablilla
nombrándolo heredero de todos sus bienes que quedan atrás.
Al primer
resplandor del alba, una nube negra se alzó del horizonte. En su interior Adad
truena, mientras Sullat y Hanis van delante, moviéndose como heraldos sobre
colina y llano. Erragal arranca los amarraderos; avanza Minurta y hace que los
diques se desborden. Los Anunnaki levantan las antorchas, encendiendo la tierra
con su fulgor. La consternación por los actos de Adad llega a los cielos, pues
volvió en negrura lo que había sido luz. La vasta tierra se hizo añicos como
una vasija. Durante un día el viento del sur sopló, más y más fuerte,
sumergiendo los montes, atrapando a la gente como un ataque. Nadie ve a su prójimo,
no pueden reconocerse unos a otros en el torrente. Los dioses se aterraron del
diluvio y, retrocediendo, ascendieron al cielo de Anu. Los dioses se agazaparon
como perros acurrucados contra el muro exterior.
Ishtar
gritó como una parturienta, la señora de dulce voz de los dioses gime: «Los
días antiguos se han trocado, ¡ay!, en arcilla porque dije maldades en la
asamblea de los dioses. ¡Cómo pude decir maldades en la asamblea de los dioses,
provocando una catástrofe para destrucción de mi gente! ¡No tardé más en dar a
luz a mi querido pueblo de lo que él tarda ahora en llenar el mar como los
peces! Los dioses Anunnaki lloraban con ella, Los dioses, humildemente, lloran
sentados, con los labios ardiendo, muertos de sed.
Seis días y
siete noches sopló el viento del diluvio, mientras la tormenta del sur barre la
tierra. Al llegar al séptimo día, la tormenta del sur (transportadora) del
diluvio amainó en la batalla, que había reñido como un ejército. El mar se
aquietó, la tempestad se apaciguó, el diluvio cesó. Contemplé el Dios, entre
tanto, teniendo presente a Noé, y a todos los animales, y a todas las bestias
que estaban con él en el 5 tiempo: la calma se había establecido, y toda la
humanidad había vuelto a la arcilla.
El paisaje era llano como un tejado. Abrí
una escotilla y la luz hirió mi rostro. Inclinándome muy bajo, me senté y
lloré, deslizándose las lágrimas por mi cara. Miré en busca de la línea litoral
en la extensión del mar: a doce leguas emergía una región (de tierra). En el
Monte Nisir el barco se detuvo. El Monte Nisir mantuvo sujeta la nave,
impidiéndole el movimiento, Un primer día, un segundo día, el Monte Nisir
mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el movimiento. Un tercer día, un cuarto
día, el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el movimiento. Un
quinto y un sexto (día), el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el
movimiento.
Al llegar
el séptimo día, envié y solté una paloma. La paloma se fue, pero regresó.
Puesto que no había descansadero visible, volvió. Entonces envié y solté una
golondrina. La golondrina se fue, pero regresó; Puesto que no había
descansadero visible, volvió. Después envié y solté un cuervo. El cuervo se fue
y, viendo que las aguas habían disminuido, come, se rasca, se atusa las plumas,
pero no regresa."
Este texto de la inundación y Gilgamesh, tiene su paralelo
bíblico presentado a continuación.
Haz para ti un arca de maderas bien acepilladas: en el arca
dispondrás celdillas, y las calafatearás con brea por dentro y por fuera. Y has
de fabricarla de esta suerte: la longitud del arca será de trescientos codos,
la latitud de cincuenta, y de treinta codos su altura. [...] Y de todos los
animales de toda especie meterás dos en el arca, macho y hembra, para que vivan
contigo.
Por tanto tomarás contigo toda especie de comestibles, y los
pondrás en tu morada, y te servirán tanto a ti como a ellos de alimento. [...]
En el plazo señalado del día dicho, entró Noé con Sem, Cam y Jafet, sus hijos,
su mujer, y las tres mujeres de sus hijos con ellos, en el arca
[...] Y el Señor lo cerró por la parte de afuera.
Pasados los siete días, las aguas del diluvio inundaron la
Tierra. [...] Entonces vino el diluvio por espacio de cuarenta días sobre la
tierra, y crecieron las aguas.
[...] y todo cuanto en la tierra tiene aliento de vida, todo
pereció. [...] Y las aguas dominaron la tierra por espacio de ciento cincuenta
días.
Dios, entre tanto, teniendo presente a Noé, y a todos los
animales, y a todas las bestias que estaban con él en el
Arca, hizo soplar el viento sobre la tierra, con que se
fueron disminuyendo las aguas. [...] Y el arca, a los veintisiete días del mes
séptimo, reposó sobre los montes de Armenia. Las aguas iban menguando de
continuo, pues en el primer día de este mes se descubrieron las cumbres de los montes.
Pasados después cuarenta días, abriendo Noé la ventana que tenía hecha en el
arca, despachó al cuervo, el cual no volvió hasta que las aguas se secaron
sobre la tierra. Envió también después de él la paloma, para ver si ya se
habían acabado las aguas en el suelo de la tierra, la cual, no hallando donde
posarse, volvió a él, al arca, porque había agua sobre toda la tierra [...]
Salió, pues Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres
de sus hijos, como también salieron del arca todos los animales [...] Y edificó
Noé un altar al Señor y, cogiendo de todos los animales y aves limpias, ofreció
holocaustos sobre el altar. Y el Señor se complació en aquel olor de suavidad,
y dijo: «Nunca más maldeciré la tierra por las culpas de los hombres»
He aquí una diferencia notable entre ambos textos: en el
Génesis no hay ningún dios sabio como Es que le saque los colores a Yahveh por
el crimen contra la humanidad que cometió al desencadenar el diluvio.Y dijo [el Señor]: "Ved ahí a Adán, que se ha hecho
como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal, ahora, pues, echémoslo de
aquí, no sea que alargue su mano y tome también del fruto del árbol de la vida,
y coma de él, y viva para siempre.
Más allá
de que muchas culturas registran una época diluviana, y comparten el
simbolismo de la regeneración. El mundo es purgado por una conciencia superior
que sojuzga, al mundo humano como inaceptable. Son cada vez menos los
remanentes de las culturas asirio, caldeo, Babilónicas y otras tribus que
habitaron la península mesopotámica. Y estos son destruidos sistemáticamente,
por razones que solo quien linda en la guerra religiosa es capaz de entender.
En el año a. C., las tropas de Sanaquerib arrasaron la
ciudad de Babilonia; su nieto Asurbanipal fundaría una de las bibliotecas más
famosas de esa época en Nínive, ciudad devastada años más tarde, en el 621 a.C.
En cada uno de estos acontecimientos, miles de códigos y leyes en formas de tablillas cocidas desaparecieron, fueron
robadas, confiscadas o sencillamente
reducidas a escombros.
Fin.