Entrando ahora en la historia de este culto se sabe que en
el antiguo Irán, los sacerdotes formaban una casta aparte. Ellos eran encargaos
del culto, de los sacrificios y la
conservación de los libros sagrados. Los actos principales del culto mazdeano
eran tres: la conservación del fuego sagrado, las preces e invocaciones, las
purificaciones y penitencias El fuego
sagrado se conservaba en altares, en los
cuales el elemento sagrado ardía sobre una inmensa urna de piedra o cobre,
sirviendo para alimentar sus llamas maderas de las más preciosas. Era un crimen
el levantar la voz, y en las ceremonias religiosas se esparcían suaves perfumes
Muchas eran las preces e invocaciones prescritas por el ritual mazdeano: Los
sacerdotes las cantaban junto con los himnos sagrados en determinadas horas del
día, dedicándolas a los varios espíritus celestes. Durante la recitación el
sacerdote debía levantar en alto con la
mano izquierda un haz, estrechamente apretado de ramas de palma, de granado de
tamarindo: estas ramas habían de ser cortadas y atadas por un mazdeano
inmaculado: fuera del instante de este rito, al haz reposaba sobre morillo
cuyas ramas terminaban en forma de luna creciente.
Los sacrificios consistían en inmolaciones sangrientas,
hecatombes en las cuales sucumbían de una sola vez cien caballos mail bueyes y
diez mil cabezas de ganado menor; pero
la ley mazdeana prohibía que se consumiera toda la víctima, pariendo del
principio de que a los dioses pertenecía
solo la cabeza de las presas inmoladas,
y aun únicamente su ojo derecho y
lengua. Otras ofrendas consistían en panes, carne, grano, flores y fruto,
perfumes y vestidos para los sacerdotes: una de las ofrendas más
características eran las ramas del árbol llamado höma, planta de tallo nudoso flor amarilla qué crese en los montes del
irán. Su jugo extraído de la manera que prescribían las ceremonias de la ley
constituía la ofrenda más agradable que le podía dedicar a espíritus celestes, suponiendo que reanimaba sus fuerzas y l les
proporcionaba mayor felicidad.
Para exprimir el jugo de la planta se cortaba
sus ramas en pequeñísimas partes, se la rociaba con agua pura y después
se las machacaba en un Batan o almirez
consagrado a este uso exclusivo. Para clarificar este jugo se lo hacía pasar
por un filtro de pelo de vaca, para después
terminar en un número de vasos sagrados .Tomaba entonces el yaotar con
su mano derecha uno de los vaso,
acercabalo al altar, elevabalo hacia el cielo y bebía parte del mismo,
destinado el resto para los demás sacerdotes y para ser derramado sobre el
altar del fuego. La ley de Zoroastro prescribe la expiación de las faltas por
medio de penitencias, consistentes en actos de virtud y en penas aflictivas;
algunas faltas se reputaban inexplicables por encerrar suma gravedad moral;
tales era la sodomía, el trato con mujerzuelas y la polución voluntaria. Había
otras cuya falta significaba la pena de
muerte y estas eran.
1.
Llevar a cuestas un solo individuo un cadáver.
2.
Ejercer las ceremonias de la purificación sin estar investido de las facultades necesarias.
3.
Enseñar doctrinas heterodoxas.
En cuanto a purificaciones,
el dios del zoroastrismo personificaba la luz, la pureza y la verdad, por lo
cual el mazdeano había de evitar aquello que pudiese contaminarlo. El alma
manchada por la mentira o con cualquier
acto de injusticia, y el cuerpo que hubiese sufrido el contacto de cualquier de
cualquier ser relacionado con los espíritus
depravados, se consideraba impuro, y era
deber del hombre librarse de la impureza con las ceremonias prescritas. Pero la
contaminación más grave y de más temibles consecuencias era la que se contraía tocando un cadáver. La muerte según el mazdeísmo, entrega el
cuerpo del hombre al poder de Ahríman: La temible Ṅacus se apodera del cadáver
y desde el cómo desde su asiento se
lanza sobre los que se rozan con el cadáver,
llenándolos de suciedad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario