lunes, 27 de agosto de 2018

Culto a Rasputin II parte


La fecha de su nacimiento se registra en el año de 1863, Rasputín nació directamente asociado a la mala reputación de su padre, Efim que era un ladrón rezagado, amante del vodka y las discusiones acaloradas. Con el tiempo Rasputín iría ganando notabilidad, las sombras y murmullos sobre todo tipo de historias mórbidas y delirantes sobre su personan lo acompañarían por el resto de su vida, y en algunas ocasiones precederían su forma física.

Ejemplo de esto es la notable historia don Rasputín regresaba a la salud a un recién nacido aquejado de frecuentes infecciones y no se desarrollaba apropiadamente. Historias como esta y la de sus frecuentes peregrinajes en solitario en los que era congraciado en el sentido cristiano, por visiones de la Virgen. Hicieron de un personaje cuya forma y contenido ingresaron a la corte rusa y a oídos de la zarina.

La zarina cuyo carácter profundamente religioso fue segada y atraída por el magnetismo del mítico personaje cuyo nombre era una invocación a la perversidad. Rasputín no tardó en ser expresamente solicitado por la corte rusa. Al momento de presentarse, se encontró que se le requería por sus dones curativos. Pues el príncipe heredero de la dinastía Romanoff, se encontraba enfermo y todas las acciones de la medicina conocida había fracasado. Para asombro de los detractores de este nuevo intruso en la agitada corte, sus dones se vieron comprobados, vivificados ante las miradas mudas. De un momento a otro su presencia se hizo absoluta e irreemplazable.
 

Sin demora la mano de este hombre se extendió en todas  las direcciones posibles. Y así el monje loco  retorció las mentes que pudo, y las inclino a su favor. Quienes le opusieron resistencia fueron diluidos por sus marionetas. Que no eran otras que parte de la familia real, incluida la zarina, que afirmaba; solo amar al pueblo ruso, y honrar a Rasputín como hijo único de este pueblo.
Pronto la familia real se ensaño en peleas internas, y el rencor carcomió los lazos, así como la obscena guerra librada contra Alemania, desmoronaba el país. Mientras este era carcomido desde sus entrañas por deslices revolucionarios, descabellados nihilistas  y la peste bolchevique.
En este nefasto clima la presencia de Rasputín era vista como un poder absoluto alguien que tenía la gracia de inclinar la balanza a voluntad.  Es un hecho que durante 1917 Rasputín aconsejo al Zar la dimisión   del Gran Duke Nicolay Nikolayevich como comandante en jefe. No podemos saber cómo afecto el azaroso curso de la guerra. Pero es una prueba irrefutable que la verdadera esencia de Rasputín, no era muy diferente a la de un vulgar conspirador.



Pronto toda Rusia se vería arrojada a las aspas de la revolución. Para ese momento Rasputín era ya quien controlaba el acceso al zar, incluso su influencia se extendía a suspender viajes y pasaportes. Su figura era ya tomada en cuenta en la política de otros países.
Pronto se formaron camarillas en su contra, y la violencia no se hizo esperar. El príncipe Felix Yusopov, el gran duque Dmitri Pavlovich, Vladimir Purishkevich, y un capitán  de nombre Oswald Rayner. Decidieron dar muerte al monje místico, pues habían visto en sus actos y su existencia misma, un elemento que acrecentaba a la familia real a su caída y destrucción por la revolución.




Felix Yusopov a quien se ve en la fotografía se encamino junto a otros conspiradores de la realeza a dar muerte al gigante Rasputín, quien contaba con sus propios guardias, y se movía constantemente, como sabiendo que se le acechaba.

Fin de la II parte.




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